martes, 30 de marzo de 2010

_054

estoy contento,
nunca me canso
de tanta sangre,
todo el día en el matadero,
cortando terneras,
jugando con el cuchillo
entre sus carnes interminables,
bañándome en su sangre,
bebiendo directamente
de los animales,
de sus cuellos
abiertos en canal,
luego llego a casa,
carne para comer,
mi mujer me la hace sangrienta,
como a mí me gusta,
por la noche dejo que me pegue,
que me rompa la cara
mientras me folla,
sentir la sangre en la boca,
derramarla sobre su cuerpo
y poder lamerla,
salir a la calle,
a los bares,
a los bares de macarras,
empujarles
y pegarme de hostias,
me lo paso en grande,
me encanta la vida,
sin sobresaltos,
con amor,
con sangre.

miércoles, 24 de marzo de 2010

_053

la señora no se quita el abrigo,
hace mucho calor en el bus,
pero no se lo quita,
y entre eso,
y el olor a alcanfor,
paso un mal rato,
es curioso ese olor,
cuando una prenda
convive con esas bolitas
en el armario,
nunca la suelta,
esa prenda queda impregnada
para siempre jamás,
nunca se librará de ese olor,
al otro lado del pasillo,
una joven viejuna,
es decir,
una chica vestida como su abuela,
jersey granate de cuell9o vuelta,
falda de cuadros,
coleta y gafas de pasta marrones,
pero lo mejor,
es que saca un libro del bolso,
colección RTV73,
está leyendo Alfanhui
de Sánchez Ferlosio,
con sus páginas amarillentas,
con ese olor,
en ese preciso momento
todo me cuadra,
estoy en un bus de los años 50,
retrocedo en el tiempo,
los pantalones vaqueros
se convierten en pana,
me salen unas botas marrones,
camisa de cuadros
y una bolsa con la matanza,
se respira tranquilidad,
se respira alcanfor,
en la radio las noticias
y Manolo Escobar,
el conductor con gorrilla,
el paisaje en blanco y negro,
que pasada,
me despierto al llegar a destino,
todo en color,
todo en su sitio,
incluso el olor a alcanfor,
la historia de Alfanhui,
me queda ese regusto añejo,
pero que cojones,
todo está en su sitio,
incluso yo.

miércoles, 17 de marzo de 2010

_052

me lavo la cara,
el agua recorre mi barba
y cae sobre el suelo,
junto a mis pies desnudos,
me miro al espejo,
fijamente,
los ojos rojos,
marcadas ojeras,
dolor de cabeza,
un horrible sabor
en la garganta,
arañazos
por todo el cuerpo
y carmín
en los pezones,
se me antoja una noche larga,
una noche para olvidar,
como casi todas,
me lavo las manos,
ensangrentadas
como la luna,
como las aceras de tu barrio,
ensangrentadas
como la porcelana del baño,
como mis pantalones,
como mis recuerdos,
me seco las manos
en una toalla de blanco inmaculado,
como ella antes de conocerme,
antes de caer en mis manos,
cuando aún estaba viva.